Oh Virgen de la Eucaristía, estrella de la nueva evangelización, estamos aquí reunidos para corresponder a tu invitación materna de conversión y profesión de fe.
Tú sabes cuántas dificultades debemos superar para que en nuestra familia gane la comprensión recíproca y la disponibilidad a vivir tus mensajes, pero nos comprometemos a continuar en el camino que hemos comenzado contigo.
Visita, oh Virgen de la reparación, nuestra familia que se ha consagrado a ti con el compromiso de ser piedra viva en la Iglesia, Cuerpo místico de Cristo.
Custodianos de todo peligro para que venza en nosotros la fe y el apego a la oración hasta que hayamos alcanzado una verdadera maduración cristiana.
Enséñanos a comprender, oh Fuente de la unción perenne, que sin Dios no podemos realizar nada y por eso vela en el tiempo de la prueba y haz que podamos encarnar la Obra de Amor.
Danos descubrir, en tu resplandeciente ejemplo de docilidad y de entrega perfecta al Señor, nuestra misión y por medio de tu óleo bendito, fortalécenos en la consagración que queremos renovar diariamente con sentimientos de verdadera oblación.
Ven, ven, Madre del Olivo bendito Jesús para que en el ritmo de la alabanza y de la reparación se acuerde la Iglesia de la tierra con la del cielo y en un efluvio de gracias, derramado en nosotros por medio de tus lágrimas, que el Santo Padre realice las palabras del Evangelio: “Un rebaño bajo un pastor”. Amén.
(De las oraciones de Débora)